lunes, 25 de enero de 2010

James y el Melocotón Gigante (1961 Roald Dahl)



Hablando. Es así, como de repente, te acuerdas de alguna de aquellas cosas que te producen la dulce nostalgia de la niñez. En ese momento que piensas que ese algo te hizo más feliz por un momento años más tarde aparece de manera improvisada en tu vida sin quererlo mientras charlas con un amigo cerveza en mano. Automáticamente me vi preguntándole "¿Has visto alguna vez James y el Melocotón gigante?".

El otro día (concretamente ayer) me puse a pensar en ello sin llegar a una conclusión clara de por qué este cariño por el cuento de Roald Dahl... Y más concretamente cuando me di cuenta de que antes que pensar en la novela se me vino a la cabeza la adaptación que Disney estrenó en 1996, película que me pusieron una tarde de otoño en el colegio porque la lluvia no nos permitió salir al patio a jugar. Nueve años tenía entonces cuando se me quedó grabada en la retina una escena dónde el pequeño James rueda por un melocotón gigante volador.

Si a esto le sumamos, que gracias al pensar en esta película, me doy cuenta de que en mi niñez tuve una especie de adicción a los cuentos de este autor, llego a la conclusión de que, en efecto, algunas de las peliculas que más me han impactado en la niñez corresponden a adaptaciones de ellos como ocurre con Matilda (1988).

Apuntes y referencias a parte, leer algo de Roald Dahl es sinónimo de salir completamente de la realidad para adentrarse en un mundo mágico con tintes oscuros y tenebrosos dónde se adquiere una simpatía especial por el protagonista cuyo perfil infantil de infancia traumática ayuda al lector en su interés por acompañarle en la búsqueda de su merecido premio: el cariño perdido. Escenarios y personajes fuera de lo común hacen que uno pueda perder la noción del tiempo mientras lee.

En este caso nos centramos en el protagonista, James, huérfano por culpa de un rinoceronte hambriento. Esta situación provoca que el pequeño quede a cargo de sus dos tias, dos brujas que abusan de él. Un día, un extraño personaje salido de los arbustos le regala las semillas de la felicidad transformadas en un melocotón gigante que le permitirá correr grandes aventuras en compañía de varios insectos, con los que enlazará una gran amistad.

Recomendadísima lectura del cuento y por supuesto recomendadísima visión de la película producida por Tim Burton y dirigida por Henry Selick siendo el segundo proyecto de ambos realizado en "stop-motion" después de su aclamada Pesadilla Antes de Navidad.

Una delicia para todos los públicos.


Maravillas.




sábado, 23 de enero de 2010

1969 Rays Of The Sun (Sebastian)


He aquí uno de mis discos predilectos, de alguien totalmente desconocido y sin referencia alguna. Cayo en mis manos a mitades del año 2007, en lo que rapidamente se convertiria en uno de los elepes mas escuchados que recuerde en años. El album en si, es toda una delicia, lleno de canciones que se complementan entre si, nada esta dejado al azar, con una produccion muy cuidada, que probablemente en directo arrancaria mas de una lagrima a alguno de los alli presentes. El tema del disco, el amor, la confusion, el desengaño, no es un tratado precisamente nuevo, sino mas bien un tema recurrente y utilizado, pero aun asi, el artista nos sabe llevar hacia donde el pretende, haciendonos ver su vision, la cual por cierto es bella, solitaria, melancolica. Podriamos decir que estamos ante un disco que no requiere de demasiadas escuchas para que nos sintamos desnudos ante el.


Estupendo.



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martes, 19 de enero de 2010

1977 Dandy In The Underworld (T.Rex)

Cuando hablamos de Marc Bolan, no solo lo hacemos de un artista que nos dejo, con enormes discos. Sino de alguien que dejo un legado que más tarde recogerían los jóvenes de aquella generación, movimientos como la new wave. Hoy hablaremos del disco póstumo de Bolan, un disco poco escuchado y probablemente infravalorado. Pero lleno de estupendas y bailables canciones, muy acorde con la época (1977). Ya por 1974 la fama de Bolan había bajado muchos enteros, ya no encontraba la formula de aquellos discos míticos como Electric Warrior, o el estupendo The Slider. Los excesos a los cuales estaba acostumbrado, así como el círculo que lo rodeaba, Bowie, Iggy,…en forma de un Bolan subidito de kilos, y mucho más envejecido. Aun así volvió a la cresta de la ola, mediante un programa televisivo ‘’Marc’’ (1977) que le devolvería de nuevo al estado que estaba acostumbrado, el protagonismo y fama, presentándose únicamente 6 shows.


Estupendo.



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lunes, 18 de enero de 2010

Momo o La Extraña historia de los ladrones de tiempo y de la niña que devolvió el tiempo a los hombres (Michael Ende, 1973)



Paseando por el tiempo. Podría ser esta la frase para expresar una de las sensaciones principales al leer esta pequeña joya de Ende. Un libro juvenil para mayores, con más trasfondo que entretenimiento (que no es poco) y más pensada de lo que puede parecer. Contada a través de los ojos, pensamientos y sentimientos de una niña, entrelaza la historia sobre los hombres grises hechos de ceniza y la lucha de la pequeña por devolver el tiempo a sus queridos amigos convertidos en autómatas tristes sin tiempo.

Trasfondo dónde la protagonista es la desoladora realidad que nos ha proporcionado los sistemas económicos modernos, pudiendo entrever una crítica a nuestra forma de proporcionar tiempo a cosas materiales que nos hacen creer ser más felices olvidando y dejando de lado las más cotidianas, simples y sin valor económico que realmente hacen a una persona diferente, especial y feliz.

Sensibilidad adaptada a los tiempos traída de la mano de Ende y sus inolvidables personajes. Para niños y mayores o mayores niños.

“Poco tiempo después -era una tarde especialmente calurosa- Momo encontró una muñeca en las escaleras (…).

- Hola. Soy Bebenín, la muñeca perfecta.

Momo se retiró asustada, pero entonces contestó, casi sin querer:

- Hola; yo soy Momo.

De nuevo, la muñeca movió los labios y dijo:

- Te pertenezco. Por eso te envidian todos.
- No creo que seas mía -dijo Momo-. Más bien creo que alguien te habrá olvidado.

Tomó la muñeca y la levantó. Entonces se movieron de nuevo los labios y dijo:

- Quiero tener más cosas.
- ¿Ah, sí? -contestó Momo, y reflexionó-. No sé si tendré algo que te vaya bien. Pero espera, que te enseñaré mis cosas y podrás decir qué te gusta.

Tomó la muñeca y pasó con ella por el agujero de la pared hasta su habitación. De debajo de la cama sacó una caja con toda suerte de tesoros y la puso delante de Bebenín.

- Toma -dijo-, es todo lo que tengo. Si hay algo que te gusta, no tienes más que decirlo.

Y le enseñó una bonita pluma de pájaro, una piedra de muchos colores, un botón dorado y un trocito de vidrio de color. La muñeca no dijo nada y Momo la empujó.

- Hola -sonó la muñeca-. Soy Bebenín, la muñeca perfecta.
- Sí -dijo Momo-, ya lo sé. Pero querías escoger algo. Aquí tengo una bonita casa de caracol. ¿Te gusta?
- Te pertenezco -contestó la muñeca-. Por eso te envidian todos.
- Eso ya lo has dicho -dijo Momo-. Si no quieres ninguna de mis cosas, podríamos jugar, ¿vale?
- Quiero tener más cosas -repitió la muñeca.
- No tengo nada más -dijo Momo. Tomó la muñeca y volvió a salir al aire libre. Allí sentó a la perfecta Bebenín en el suelo y se colocó enfrente.

- Vamos a jugar a que vienes de visita -propuso Momo-.
- Hola -dijo la muñeca-, soy Bebenín, la muñeca perfecta.
- Qué amable de venir a verme -contestó Momo-. ¿De dónde viene usted, señora mía?
- Te pertenezco -prosiguió Bebenín-, por eso te envidian todos.
- Escucha -dijo Momo-, así no podemos jugar, si siempre dices lo mismo.
- Quiero tener más cosas -contestó la muñeca, mientras pestañeaba.

Momo lo intentó con otro juego, y cuando éste también fracasó, con otro, y otro, y otro más. Pero no salía bien. Si la muñeca por lo menos no hubiera dicho nada, Momo habría podido contestar por ella, y habría resultado la conversación más bonita. Pero precisamente por hablar, Bebenín impedía cualquier diálogo.

Al cabo de un rato, Momo tuvo una sensación que no había sentido nunca antes. Y porque le era completamente nueva, tardó en darse cuenta de que era aburrimiento.

Momo no sabía qué hacer. Le habría gustado dejar tirada la muñeca perfecta y jugar a otra cosa, pero por alguna razón desconocida no podía separarse de ella.”



Maravillas.

sábado, 16 de enero de 2010

Coogan's Bluff (1968 Don Siegel)


Fue una de las peliculas que fomento la base de tipo a la vieja usanza y rudo de lo que despues llegaria a ser Dirty Harry. El buen hacer de Don Siegel, el director, unido al austerísimo interpretativo de Clint Eastwood dieron esta pequeña joya nacida en plena efervescencia psicodélica, y es ahí donde nos sorprende la banda sonora, un soundtrack de lo más consistente. La película se desarrolla en la gran manzana, una metrópolis donde Clint se mueve con la misma rapidez que aporrea un buen puñetazo a cualquier delincuente de la ciudad. Coogan es el ayudante del sheriff en la árida zona de Arizona, es entonces cuando le encargan una misión, debe recoger a un fugitivo en Nueva York y llevarlo con él a Arizona para ser juzgado. De esta guisa se presenta Coogan; traje a medida, color morado, lazo vaquero, camisa blanca, y botines de cuero, todo ello aderezado con el indiscutible sombrero texano.


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